La Palabra del Mudo
Obra compuesta por cuatro volúmenes que recoge todos los cuentos de Julio Ramón Ribeyro publicados a partir de 1955. Comprende los siguientes libros:
I. "Los gallinazos sin plumas" (1955).
II. "Cuentos de circunstancias" (1958).
III. "Las botellas y los hombres" (1964).
IV. "Tres historias sublevantes" (1964).
V. "Los cautivos" (1972).
VI. "El Próximo mes me nivelo" (1972).
VII. "Silvio en el rosedal" (1977).
I. "Los gallinazos sin plumas" (1955).
II. "Cuentos de circunstancias" (1958).
III. "Las botellas y los hombres" (1964).
IV. "Tres historias sublevantes" (1964).
V. "Los cautivos" (1972).
VI. "El Próximo mes me nivelo" (1972).
VII. "Silvio en el rosedal" (1977).
¿Por qué La Palabra del Mudo?
"Porque en la mayoría de mis cuentos se expresan aquellos que en la vida están privados de la palabra, los marginados, los olvidados, los condenados a una existencia sin sintonía y sin voz. Yo les he restituido este hábito negado y les he permitido modular sus anhelos, sus arrebatos y sus angustias".
(De una carta del autor al editor, el 15 de febrero de 1973).
(De una carta del autor al editor, el 15 de febrero de 1973).
Presentación de "la palabra del mudo"
Hace más de cuarenta años que publiqué mi primer cuento. Desde entonces debo haber escrito un centenar o más. Es poco para el tiempo y el esfuerzo invertidos, mucho si nos atenemos a los criterios de selección y rigor. Lo cierto es que mi actividad de escritor está ligada a este género, que nunca he abandonado, poco favorecido por el público y por ello difícil de colocar en el mercado de la edición. Pero no se trata de esto al escribir, sino de darle forma a los cientos de situaciones, ideas, experiencias, personajes que me habitaban y que me hubieran hecho la vida diferente o insípida o quizás insoportable si no los hubiera sacado de mí. La creación literaria es en su origen una terapia que adopta luego la forma de un hábito para terminar por convertirse en un vicio.
A menudo me han preguntado qué cosa es para mi el cuento y cómo lo podría definir. A veces he dado respuestas ocasionales, pero a la postre no sé lo que es, aparte de un texto en prosa de extensión relativamente corta. En este texto puede entrar lo que sea. Hay tanta diferencia entre un cuento de Bocaccio y uno de Voltaire, de Maupassant, de Joyce, de Buzzati, de Borges, de Poe o de Rulfo. En un cuento uno puede relatar un recuerdo de la infancia, comunicar un sueño, llevar una idea hasta el absurdo, transcribir un diálago escuchado en un café, proponerle al lector un acertijo o resumir en una alegoría su visión del mundo.
Si escribir, como pienso, es una forma de conversar con el lector, en especial con el lector virtual de la mañana, ignoro si mañana encontraré interlocutores a quienes mis cuentos les digan algo y quieran dialogar conmigo, gracias al mecanismo –en tantos aspectos misteriosos - de la lectura.
Una última observación, esta vez acerca del título general de mis cuentos. He mantenido el de "La Palabra del Mudo", si bien sé que ya no corresponde enteramente a mi propósito original, que era darle voz a los olvidados, los excluidos los marginales, los privados de la posibilidad de expresarse. Y si lo he mantenido es porque dicho título ha cobrado para mí un nuevo significado. Quienes me conocen saben que soy un hombre parco, de pocas palabras, que sigue creyendo, con el apoyo de viejos autores, en las virtudes del silencio. El mudo en consecuencia, además de los personajes marginales de mis cuentos, soy yo mismo. Y eso quizá porque, desde otra perspectiva, yo sea también un marginal.
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